Mallas y Mantas

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¿Cuántos tipos de mallas existen?

Las mallas agrícolas son un recurso ampliamente utilizado en el sector agrícola para proteger los cultivos y mejorar el rendimiento en cada etapa de crecimiento. Cada tipo de malla está diseñado para cubrir necesidades específicas, como proteger contra plagas, controlar la sombra o mejorar la recolección.

Mallas de soporte de plantas

Diseñadas para guiar el crecimiento vertical de plantas como tomates, pepinos o judías, estas mallas facilitan el desarrollo ordenado y evitan el contacto de los frutos con el suelo, previniendo enfermedades y mejorando la cosecha.

Mallas de sombreo

Este tipo de mallas controlan la exposición solar para proteger los cultivos del exceso de radiación, reduciendo el estrés térmico en las plantas. Las mallas de sombreo se usan especialmente en climas cálidos y en cultivos que requieren niveles específicos de sombra.

Mallas antihierbas o mallas de suelo

Las mallas antihierbas se colocan sobre el suelo para impedir el crecimiento de malas hierbas, ayudando a reducir el uso de herbicidas. Son muy resistentes y permiten el paso del agua, mejorando el drenaje y facilitando el control de malezas de manera ecológica.

Mallas de ocultación

Estas mallas son utilizadas para crear barreras visuales en áreas de cultivo, viveros o invernaderos. Ofrecen privacidad y también pueden reducir la acción del viento, protegiendo las plantas y manteniendo un ambiente más controlado.

Mallas anti-pájaros

Ideales para proteger cultivos de frutas y hortalizas de la depredación de aves. Están fabricadas en materiales resistentes que evitan el acceso de los pájaros sin dañar a los animales ni perjudicar la salud de las plantas.

Mallas para recolección

Estas mallas facilitan la recolección de frutos como aceitunas, almendras o nueces al evitar que caigan al suelo. Son una solución eficaz para ahorrar tiempo y mantener la calidad de la cosecha.

Accesorios para mallas

Para completar la instalación de mallas, existen accesorios como clips, tensores y estacas, que permiten asegurar y fijar las mallas de manera adecuada, garantizando su eficacia y durabilidad en el campo.

Malla de suelo reflectante

Este tipo de malla se coloca sobre el suelo y refleja la luz hacia las plantas, ayudando a mejorar la fotosíntesis y la calidad del cultivo. Es muy utilizada en horticultura y en cultivos donde la exposición uniforme a la luz es crucial.

¿Cuántos tipos de mantas existen?

Las mantas agrícolas son útiles para proteger y controlar el microclima de los cultivos, permitiendo un desarrollo más favorable. Cada tipo de manta ofrece beneficios específicos, desde la protección contra el frío hasta la optimización del riego.

Mantas térmicas agrícolas

Estas mantas son una herramienta esencial en épocas de bajas temperaturas, ya que proporcionan protección térmica a los cultivos al retener el calor durante la noche. Son muy útiles para evitar daños por heladas en cultivos sensibles.

Mantas de riego

Fabricadas con materiales que permiten una distribución uniforme del agua, las mantas de riego ayudan a reducir el consumo de agua y a mantener la humedad del suelo, promoviendo un riego eficiente y un crecimiento homogéneo.

¿Cómo instalar una malla agrícola?

La instalación de una malla agrícola es un proceso que, aunque sencillo, requiere una ejecución cuidadosa para garantizar su funcionalidad y durabilidad. Inicialmente, es fundamental seleccionar los accesorios adecuados, como clips, tensores, estacas y ganchos, ya que estos asegurarán la malla al suelo o a estructuras de soporte de manera óptima. La elección de estos componentes dependerá del tipo de malla y de su propósito específico (sombreo, soporte de plantas, protección contra pájaros, etc.).

Durante la instalación, uno de los aspectos más importantes es la tensión de la malla. La malla debe quedar lo suficientemente estirada para resistir el viento y evitar que se deforme, pero sin estar excesivamente tensa, ya que esto podría dañar el material y reducir su vida útil. Además, es crucial anclar la malla de forma adecuada, especialmente si se trata de mallas para suelo o antihierbas, para evitar que el viento las desplace o que se levanten con el paso del tiempo.

Al seguir estos pasos y las instrucciones del fabricante, se logra una instalación segura y efectiva, que maximiza los beneficios de la malla y prolonga su uso en el campo.


¿Para qué sirve una malla agrícola?

Las mallas agrícolas se han convertido en una herramienta esencial en la gestión y protección de cultivos. Su función principal depende del tipo de malla, pero en general, estas estructuras están diseñadas para optimizar el entorno de crecimiento y proteger las plantas de factores externos que pueden afectar su desarrollo.

Por ejemplo, las mallas de sombreo son ideales para cultivos que requieren una regulación de luz, ya que filtran los rayos solares y evitan el exceso de calor. Esto permite un microclima más estable y adecuado para el crecimiento, especialmente en zonas de altas temperaturas. Las mallas anti-pájaros, por otro lado, protegen los cultivos de daños causados por aves sin afectar su acceso a la luz y al aire, lo cual es esencial para cultivos de frutas y hortalizas.

Además, las mallas de suelo y antihierbas ofrecen un control efectivo contra las malezas sin necesidad de productos químicos, proporcionando una alternativa ecológica que mejora la calidad del suelo y facilita la gestión agrícola. En conjunto, las mallas agrícolas contribuyen a un mejor aprovechamiento del espacio, a un control más efectivo del microclima y a una reducción del estrés ambiental en las plantas, optimizando así la productividad y calidad de la cosecha.


¿De qué materiales están hechas las mallas agrícolas?

Las mallas agrícolas están fabricadas principalmente con materiales plásticos de alta resistencia, como el polipropileno y el polietileno. Estos materiales se seleccionan por su durabilidad y resistencia a las condiciones climáticas adversas, incluyendo la exposición a la radiación ultravioleta (UV), la humedad y las fluctuaciones de temperatura.

El polietileno es conocido por su flexibilidad y resistencia al desgaste por el sol y la intemperie, lo que lo hace ideal para mallas de sombreo y mallas de recolección. Por su parte, el polipropileno es un material ligeramente más rígido que se utiliza en mallas que requieren mayor estructura y resistencia, como las mallas antihierbas o de suelo. Ambos materiales son ligeros, fáciles de instalar y, al mismo tiempo, altamente efectivos en proteger los cultivos sin afectar negativamente su entorno de crecimiento.

Gracias a su calidad y durabilidad, estos materiales plásticos permiten a las mallas cumplir su función durante varias temporadas, siendo una inversión rentable para los agricultores. Además, muchos fabricantes aplican tratamientos adicionales a las fibras plásticas para prolongar la vida útil de las mallas, garantizando así su efectividad en distintas condiciones climáticas y asegurando que los cultivos estén bien protegidos.

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